
La felicidad del momento
Graciela Gianetti, su pasión por el arte, y una recorrida por los temas que la inquietan.
“Lo único que tengo que hacer es dedicarme a la literatura. Eso es todo lo que hago. Si no estoy con artistas no puedo respirar”.Son las primeras frases que regala Graciela Gianetti. Antes había preguntado si el grabador de periodista ya estaba encendido y después, cuando se apagó, apresuró la despedida. Tenía que seguir haciendo.Es licenciada en Letras, diploma que consiguió en Santa Fe, y licenciada en Lenguas modernas y Literatura, título que obtuvo en la Universidad Nacional de Entre Ríos.“Yo tengo un deber para conmigo que es el gimnasio. El resto del tiempo es para el arte”, cuenta la mujer que, desde 1981, coordina un taller itinerante de literatura. Lo llamativo es que el encuentro con los miembros del taller se realiza en un pub del centro paranaense, desacartonando la idea colectiva.Encontrase con otros escritores surgió de su propia necesidad: “Cuando empecé a escribir me sentía muy paranoica, muy autocuestionada y sin tener muchas personas para comentar lo que estaba haciendo”. Por su experiencia, y tal vez queriendo ayudar a quien se encuentra en la misma situación en la que ella se encontró, organizó el taller. “A mí me ayudó la profesora Chela Ibáñez. Le mostré un poema y ella hizo un corte. Puso un punto, después de dos palabras, puso dos puntos y después colocó una coma”, cuenta que, con esos gestos, obtuvo una clase magistral.Habitante de una ciudad en donde es difícil generar encuentros. Graciela realiza un análisis crítico, de una situación puntual, que no muchos teníamos en cuenta. “Paraná está muy comunicada, si pensamos en cómo estábamos hace 30 o 40 años atrás. De todos modos, por ejemplo, es terrible para la ciudad que no haya aviones. Tendría que haber, por lo menos, un vuelo por día a Buenos Aires. Porque se acortarían distancias. Nadie puede decir que da lo mismo”. En el mismo sentido y siguiendo con la pequeña teoría de los encuentros, continúa: “Hoy el que tiene Internet está conectado con el mundo. Ahora; la omnipresencia de Internet, tan valiosa y favorable, no reemplaza la materialidad de la presencia del cuerpo humano. Entonces ambas cuestiones son importantes. No es básico, pero no se puede ignorar”. En una ciudad en que pasan pocas cosas, Internet te acerca, pero la realidad aleja, con una sonrisa cómplice admite: “A los escritores nos gusta encontrarnos”.En los precisos 30 minutos que duró la entrevista contestó sobre diferentes cuestiones que fueron apareciendo en el mismo diálogo.Y la política tuvo un pequeño papel de reparto, aunque cumplió con su rol. “Tendemos a pensar que la política es sólo estar en una lista de candidatos para las elecciones. No es así. Todos nuestros gestos son nuestra política para con los demás”. Para la escritora entrerriana, la política y el arte se entrecruzan: “En general un gran artistas es un gran político del arte. En el siglo XX existieron grandes políticos que fueron grandes artistas de la política”, analiza.En un momento sorprende: “Me sentí avergonzada muchas veces por ser artista”. Sin tomarlo como un escollo, reconoce: “El arte nunca fue masivo, es apreciado por muchísimas personas, pero nunca fue simultáneo”.Escucha radio, mira películas y el miércoles no fue a ver el estreno de Harry Potter a Santa Fe porque la proyectaban en castellano. Claro, todos sabemos que las películas se miran en los idiomas originales. Su interés por la película basada en el libro de J.K Rowling se debe al respeto y admiración que le inspira la escritora inglesa.“Para poder leer Harry Potter no sólo hay que ser adulto, sino que también hay que saber pensar.Los seudos intelectuales que creen tener siempre la última palabra, dicen que Harry Potter es para los niños. Hay grandes artistas que siguen siendo marginados de los circuitos prestigiosos. A pesar de que Rowling, gracias a Dios, gana mucho dinero”.“Es una complejidad hermosa, Rowling realizó con Harry Potter una crítica del sistema educativo de occidente. Lo hace en forma universal. Fijate que se desarrolla en un no-lugar. En una ciudad que nunca existió”, dijo involucrada, interesada.
“Yo tengo un deber para conmigo que es el gimnasio. El resto del tiempo es para el arte”
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